Me encanta ese momento, cuando hago un paseo largo en auto, sintiendo los olores, los aromas de cada sitio dejado atrás, cuando veo los verdes, los rostros, los poblados, su gente.
El olor de la hierba quemada, desparramada por el viento, ese que acaricia mi cara, fijándose en mi memoria y dejándola calmada, eso siento.
El café del camino, ese guarapito caliente o la empanadita de la esquina, esa que vende la gente, tempranito, con cariño y estima.
También me encanta ese momento, cuando deambulo por mi casa sin hacer nada, de aquí para allá, perdiéndome en el transcurrir de las horas con la música de aliada.
O cuando la lluvia y un libro en perfecta complicidad, me atrapan, sin quererme liberar, plantando mis ojos en cada página, hasta que logro terminar.
O cuando te amo en mis sueños, sin saber si dormido estás, volando hasta tus brazos y tu ni cuenta te das.
Me encantan estos momentos porque me centro en ellos, en ellos nada más.
En cada único momento de estos, me contengo, me entretengo, me entrego, me pierdo, cada cosa parece pacífica, no hay nada más.